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divendres, 17 de juliol del 2009

Trobar la pau...


M'han passat aquesta historieta; potser ja la coneixeu; però, per si de cas, us encoratjo a llegir-la amb calma... Potser fa massa anys que hem perdut l'autèntic sentit de les coses bones de la vida, i no les valorem quan les tenim a tocar.

A vegades penso que si aquells que ens dediquem a educar no hi estem col·laborant, en això de fomentar un sentit consumista i poc transcendent de la vida. Aquest món no ajuda els alumnes o fills a trobar-se com a persones.


La historieta diu així:
Un hombre de negocios norteamericano estaba en el embarcadero de un pueblecito costero de México cuando llegó una barca con un solo tripulante y varios atunes muy grandes.

El norteamericano felicitó al mexicano por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo había tardado en pescarlo.

El mexicano replicó: –¡Oh! Sólo un ratito.

Entonces el norteamericano le preguntó por qué no se había quedado más tiempo para coger más peces.
El mexicano dijo que ya tenía suficiente para las necesidades de su familia.
El norteamericano volvió a preguntar: –¿Y qué hace usted entonces con el resto de su tiempo?
El mexicano contestó: –Duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo la siesta con mi mujer, voy cada tarde al pueblo a tomar unas copas y a tocar la guitarra con los amigos. Tengo una vida plena y ocupada, señor.
El norteamericano dijo en tono burlón: –Soy un graduado de Harvard y le podría echar una mano. Debería dedicar más tiempo a la pesca y con las ganancias comprarse una barca más grande. Con los beneficios que le reportaría una barca más grande, podría comprar varias barcas. Con el tiempo, podría hacerse con una flotilla de barcas de pesca. En vez de vender su captura a un intermediado, se la podría vender al mayorista; incluso podría llegar a tener su propia fábrica de conservas. Controlaría el producto, el proceso industrial y la comercialización. Tendría que irse de esta aldea y mudarse a Ciudad de México, luego a Los Ángeles y finalmente a Nueva York, donde dirigiría su propia empresa en expansión.
Pero señor, ¿cuánto tiempo tardaría todo eso?
De quince a veinte años.
Y luego ¿qué?
El norteamericano soltó una carcajada y dijo que eso era la mejor parte:
Cuando llegue el momento oportuno, puede vender la empresa en bolsa y hacerse muy rico. Ganaría millones.
¿Millones, señor? Y luego ¿qué?
Luego se podría retirar. Irse a un pequeño pueblo costero donde podría dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con sus nietos, hacer la siesta con su mujer e irse de paseo al pueblo por las tardes a tomar unas copas y tocar la guitarra con sus amigos.
Bueno, pero eso es lo que hago ahora señor ¿Por qué tengo que esperar veinte años?

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